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domingo, 24 de septiembre de 2017

SONETO PARA GATOS.


Gatos habrá que miren por su gloria

con ojos amarillos y esmeraldas,


de pelajes oscuros, blancos, gualdas,


calculando la magia de su historia.



Gatos de matemática memoria,


calculando las cifras, las guirnaldas,


de ratas que, ganándoles espaldas,


lleguen hasta su cueva transitoria.



Mimos en sus suavísimos pelajes,


con sus ásperas lenguas, nuestras yemas,


intercambian cariños con paisajes



de domésticas faldas sin problemas.


Porque al verlos elásticos, en viajes,


con ellos asaltamos, luces, puentes, diademas.



Amilcar Luis Blanco  ( "La gioconda como gata", acrílico de 


Romero Britto)








miércoles, 13 de septiembre de 2017

ESO, LO FANTASMÁTICO . . .









Eso, lo fantasmático,
lo ignoto,
lo que se va de foco
y  nos vuelve borrosos,
nos hace inexistentes.

Y está el azul,
el negro, el amarillo,
nos va superponiendo,
desdoblando,
nos hace inconsistentes.

Eso, licuefacción
y diáspora constante.
La colección de posters,
lo que llega y se vuela,
nos hace apenas una lágrima.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Henry Matisse)

martes, 12 de septiembre de 2017

AVIVATE FRATE




Ese pedazo de odio grisáceo que te llega.
del celular, el facebook o el whatsapp
en realidad a otros sueño azul les agrega
y formatea en tristeza el curso de tu azar.
Un uso suculento de tu número juega
y  el rico lo devora, se nutre de tu clan
y vierte en su dulzura  lo amargo de su plan.
Para ellos te instrumenta suma y (s)ciega.
Por eso como dicen los sabios de la calle,
"tomá mate y avivate . . ." Frate,
Abandoná la tele y la radio. Que estalle
tanta mentira a diario, leé la realidad. Rajate.
Dejá de ser borrego, 
de aceptar la impostura que te abate.
Y entonces, al sumar tu desapego,
sus esquirlas de cielo, transparentes, su embate  
esfumarán el gris de la tristeza, Frate, 
en su menudo fuego.

Amilcar Luis Blanco ("Desocupados", pintura de Antonio Berni)

martes, 5 de septiembre de 2017

ESE POETA






Ese señor de alma transparente,
vida inconmensurable y soberana,
persigue a cada instante su nirvana
y el horizonte pasa por su frente.

Y ese horizonte, inagotable fuente
de su ilusión, en la ilusión le gana
un tiempo de estructura sobrehumana,
ciego al temor, escualido y urgente.

Tiempo horizonte, absurdo cotidiano
yendo desde su frente a cada mano
para sentir las ruinas y desgracias

de una otredad de aciagas eficacias
labradas entre duelos en el llano
del azar, la intemperie y el desgano.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)