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martes, 2 de mayo de 2017

MENTIRA Y VERDAD



La mentira es azúcar, sal,
fuego de alcohol apasionado,
la consumimos alegre y vorazmente
aunque nos destruya.
Nos edulcora y nos duele
a la vez.

La verdad, en cambio, es acíbar,
o insípida, como el agua,
repugna al paladar o acaso aburre
pero nos quita el óxido
de las células.

Cada vez que mentimos
el azúcar, la sal,
el alcohol incendiario,
se depositan en los rincones
palpitantes
de nuestros cuerpos
y nos devoran el revés,
el útil tejido que nos nutre.

En suma, nos intoxican y envejecen.

Debemos después beber
infusiones de hierbas amargas
y  agua pura,
limpiarnos con verdades
de todas las mentiras,
para no ahogarnos.

Amilcar Luis Blanco ("El hombre de fuego", fresco pintado en la cúpula por José Clemente Orozco)

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