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lunes, 31 de marzo de 2014

TANGO BAR


 


Que nadie pierda el ritmo
sensual de la magnolia
en este vertedero de ilusiones
donde se ajusta el alma.
Y que todos bebamos sin sospechas
ese trago de ajenjo
que nos limpia de sombras
¿No es éste el vertedero de la ilusión acaso?
El pulso vegetal que nos anima
a entregarnos al alma silenciosa
del alcohol o al sabor de la vendimia
mesclándole el brebaje del ocaso.
¿No estamos hechos todos
de porvenir y ausencias?
Iguales a esa luz que se desliza
y resbala en las lindes del estaño
o se queda en las copas zigzagueante
mientras suena en el arco de la tarde
la tripa de un violín que nos desnuda.


Amilcar Luis Blanco  (Pinturas de Willem Haenraets y Fabián Pérez)

domingo, 30 de marzo de 2014

A una muerte







"Porque él nos dejó su tristeza
sentada al borde del cielo como un ángel obeso"

       Juan Larrea (De su poema "Un color le llamaba Juan" a la memoria de Juan Gris)

Se fue también como una fuga de palomas inquietas
saliendo de la sombra y seguirá saliendo de desusadas puertas
abiertas cada día en las memorias de los que acompañaron
su parla de vecina en los corrillos de las tardes iguales.

En ese picoteo singular ese ruido de pájaros amaneciendo
y la luz en el mate en la bombilla en las mejillas
de los hijos lustrosos franeleados por su condescendencia
y al borde de ellos contemplándolos se fue para quedar hasta que vivan.

Se fue madre que fue madre que seguirá siendo
desmadrada ausentándose como agua en la vertiente
ya caída de su propia memoria de cascada y torrente.
Se fue como se iba de su memoria madre hija esposa pero madre.

Amilcar Luis Blanco  (Pintura de Juan Gris)

viernes, 28 de marzo de 2014

ARDE EL AMOR
























Arde el amor amor y los amantes
besándose rotundos sin apuros
echan sus torsos uno contra el otro
y se montan confiados en sus muslos.
Sobre la arcilla parda el suelo duro
y un cielo sólo luz de alquimias rojas
bruñe sus pieles lustra las manzanas
y acuña verdes hojas como alas.

Rodillas  brazos hombros espaldas manos.
El rostro de ella en su sonrisa asciende
y en párpados cerrados atrapa en alto un vuelo
mientras su amado besa en su costado
y una luna de sangre se acelera
en los sueños  y  giros del espacio.
Ella y él sobre el suelo reposados
entregan a sus cuerpos que se ciñen
las almas y las fuerzas y los hados.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Margarita Sikorskaia)

Amor (Para mis hijos Julián y Germán, ahora padres)




Cada hijo lucha dentro de cada padre porque duele,
porque quiere salvarlo y viceversa.
Mientras tanto la hojarasca gime bajo el peso del viento.
Los árboles se inclinan como monjes en rezo.
La palidez acude a los espejos
y en el centro del río las palabras se hacen abrevaderos de palabras.
La infamia nos sacude y hace flamear sus banderas de intemperancia
sin que nos demos cuenta que el espacio sucede y que el tiempo sucede
y se arroja brioso en los ocasos
pero se hunde en nosotros nos traspasa nos va de a poco en aros diluyendo.

Los amantes se arrojan sobre sus cuerpos sorprendidos.
El día quiere a cada tramo salirse de su eje,
desmontarse del silencio central en el que apoya sus brazos de distancia
y se piensa reloj, se imagina planeta porque quiere estirarse en la galaxia,
como el ama de casa entrada en años que visita gimnasios, galerías de moda,
o el hombre sesentón se acicala y va al club y se finge ganoso para que la muerte no lo mire
y mientras tanto sienten y no lo dicen lo siguiente, que:
es difícil amarse en la deriva de las horas,
cuando se enciende el leño del silencio en el horizonte y otro día de nuevo y como siempre
se cae desde sí mismo y deja en el comienzo de las sombras su orilla de relente.
Es difícil amar lo que envejece y palpar y ver la opaca obsolescencia
apoderándose de ternuras, de útiles herramientas objetos hasta hacerlos inanes
o imanes si se quiere del hechizo que nos mantiene a tientas y en suspenso.

Pero aunque esto suceda y deje el alma a la intemperie al descubierto
y claven alfileres los segundos sobre nuestro diapazón de tolerancia
y los ruidos del día las bocinas los claxons hagan saltar las cuerdas en los violines
destrocen las guitarras, galvanicen los saxos, las trompetas, los fagots, los oboes.
Avancen como máquinas o trenes adentro de los miedos guardados en cajitas o en espejos
y estallen las materias y las claras ausencias los cristales aún y hasta las rosas.
Aunque esto ocurra a mares como dije y nos vayan gastando las ausencias,
unos dentro de otros entre prójimos adentro de nosotros sin paz y sin cuartel
luchamos batallamos y queremos salvarnos.

Amilcar Luis Blanco  (Pintura de Margarita Sikorskaia)


miércoles, 26 de marzo de 2014

Tú eras libre























En la casa,
por la rauda luz del cielo en la luna del espejo proyectada,
van tus ojos recorriendo los recodos donde yacen las palabras;
esos lugares hondos coloreados
en los artesonados de las paredes lánguidas.

En el cielo detenido de la casa
hubo un ángel.
Era el ángel que en el lecho y en la sala y en las sombras me alegraba.
Y fue un río.
Y a despecho del vacío en el silencio bajo el cielo transcurría.

Tú eras libre
y por eso de ataduras y de lianas y de troncos y de ramas te apartaban
esas aguas;
las que ahora son recuerdos y navegan en la mórbida deriva
y se ciñen a las cuencas ahuecadas por el tiempo y por el frío.

Y recuerdo las palabras, las endechas que tu diestra me escribía
en las encendidas cartas
donde hogueras de ansiedades y fulgores y caricias me dejabas.
Ahora extraño
ese ángel, ese río, esas cartas que mi angustia con tu angustia,
con tu angustia,
con mi angustia,
hoy son duelo y en el fondo pesaroso de mi vida duelen tanto.


Amílcar Luis Blanco  ("Tierra, mar y libertad", acuarela por Cecilia Córdova)

domingo, 23 de marzo de 2014

En el profundo mar





















En el profundo mar la luz del cielo
resbala y quiebra en inquietud de olas.
Las gaviotas bordean sus estolas
de espumas y se lanzan con gran celo

Sacian en peces el gregario anhelo
de nutrirse y vivir. En cambio caracolas,
vítreas, opacas,quiebran sus corolas,
y en las hondas arenas se hacen suelo.

El mar convoca el atestado vuelo
pero bajo el color de sus aureolas
oculta cicatrices sin consuelo;

oquedades con voces y pianolas,
ondas clamando en el acuoso velo;
vidas y muertes para siempre solas.

Amilcar Luis Blanco  ("Gaviotas en vuelo" pintura de Carlos Cárrega O´Dena)


viernes, 21 de marzo de 2014

UN PORMENOR DE SIEMPRE EN LA MIRADA.








Tejen las tejedoras bajo la luz de otoño,
en esa claridad contagiada de ocaso
Atienden en la tela, suspensas, extasiadas,
los bordados, el fresco de las rosas ordenadas
y en las ondulaciones del lienzo blanco las ilusiona
esa pureza hechicera propia de los jardines
En el centro, una joven mujer inclina apenas
el perfil de su testa de pelo azabache recogido.
Bajo el collar que ciñe la base de su cuello,
opima, la desnudez exhibe los carnales senos,
los pezones augustos entre morados frutos.
Pero ese gesto de atención disciplina el momento
y concentra la luz de la belleza en la intención mostrada;
un querer retener lo que se mira y absorberlo
llevándolo a lo eterno; un pormenor de siempre en la mirada.-

Amilcar Luis Blanco ("El jardín de mi duende" Pintura de Fernando Fader)

jueves, 20 de marzo de 2014

FIORENTINA




Cúbica, Fiorentina, algo tangueada,
como preñada de un bandoneón,
con esos ojos de dolor oscuro
y esos labios pintados de canción.

Con esos ojos de dolor curioso
y luz en toda el alma de su boca
y bajo el cuello cajas que se encajan
y encubren caminatas, bulevares de sueños.

Fiorentina enchastrada por el verde fulgor,
vientre y torso de fúlgidas violetas
y manos ramas envalentonadas,
curvadas hacia lánguidas intenciones.

Toscana embarazada de si misma,
viajando a su mismísimo interior,
tratando de evadirse de los trazos,
de escaparse a los gritos por sus ojos
del fomento aguachento del color.

Amilcar Luis Blanco  ("Fiorentina" pintura de Germán del Solar Becker)

DESNUDO EN CALMA





















Del torso y hacia el cielo
la desnudez sin duda repercute.
Guardamos nuestras cuitas
como en los funerales las distancias
que nos separan del cuerpo presente.

Por eso nuestros ojos caen,
resbalan con avidez infinita
sobre la belleza del cuerpo vivo
de una mujer a todos ofrecida
y aún de cuerpo ausente de la cintura al cielo.

Porque hay cielo en su piel y repercute.
Azules en la arcilla del magenta entre ocres y marrones
y esa nariz enhiesta y ese brío de la altivez en calma
y todo en ella pega y se reparte en alba, en sosegada plata.
El cierre abierto de su jean promete, augura una templanza
y sus manos caídas, resignadas, la mantienen en vilo.

Amilcar Luis Blanco ( "Desnudo" de Germán del Solar Becker)

OBRA EN CONSTRUCCIÓN







Ese pozo de cúbicas maneras
que guarda la tiniebla en su regazo
promete a quien lo mira su rechazo
o lo tienta a lanzarse en sus troneras.

Llama desde oquedades barrenderas
su hueca voz venida del acaso
y un desdén azaroso a cada paso
pregunta por la luz en sus afueras.

Las columnas, las vigas, las maderas,
colmarán cada hueco de su ocaso
y al vano espacio le pondrán fronteras.

No habrá noche caída ni en fracaso
se sentirá quien mire en sus ojeras
aquél aire de muerte de hosco trazo.

Amílcar Luis Blanco  ("Metro de Caracas en construcción" pintura de Gregorio Camacho)

miércoles, 19 de marzo de 2014

EN LA NOCHE







En esta oscura soledad, bajo este cielo,
mientras camino por la calle en sombras
mi pensamiento bulle, vuela, irradia
y arde bajo el peso de distancias galácticas.

En la noche se ríen las palabras,
saltan como pavesas de una hoguera,
discurren cual cachorros solitarios
de lobos que pariera una loba en el aire.

Hay un divertimento en borrachera,
una locura en bandas de muchachos
y chicas arremolinándose
bajo las estrellas impasibles.

Hay lo que se dice mucha luna,
mucho deseo ardiendo en las esquinas,
un sosegate puesto a las angustias,
pausas en las tristezas repartidas.

Hay un recuerdo de ángeles desnudos,
bellezas en espera, sentimientos,
apatía en desorden, melodías caídas.
Claroscuros silentes, desmañados.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Feerdinand Victor Eugéne Delacroix)

martes, 18 de marzo de 2014

LLUVIA DE OTOÑO





Era el dolor, el cuerpo, la madera,
la gota sobre el légamo sonoro,
sobre el quebracho seco del durmiente,
sobre el acero gélido del riel, en los balastos.

Era ciudad en resbaladizas llamas
teñidas de reflejos gualdas, rojos,
ocres, cobaltos, incendiados frentes,
ventanas y cristales augurales.

Era la sangre en cruz bajo la lluvia,
gotas en el espacio del silencio,
en el raído escándalo encharcado
de la grisácea luz que dan las nubes.

La humedad corroyendo lo salvaje,
líquida, insostenible,
desmayando al vacío en su caída,
escabulléndose sin pausa en los rincones.

Era la luz del cielo cenicienta
contagiando el herrumbre en la hojarasca
debajo de los álamos y sauces.
El aire desnudándose y temblando.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Leonid Afremov)



domingo, 16 de marzo de 2014

HAIKU DEL MONO




























"Toda en sus ojos vive la criatura"
Rainer Maria Rilke - Traducción de José Domenchina


El aguerrido, el ángel,
se me cae en la sangre,
en la memoria ajena
donde carga la oscura pesadilla.

El mono, que no transa con su imagen
y que pronuncia ¡basta! en sus piruetas
no es esclavo de risas o de llantos
provocados por otros.

Todo queda olvidado en sus andamios de bosque,
en su asirse de manos a las riendas del día.

Amilcar Blanco (Pintura de Frida Kahlo "Autorretrato con monos")

jueves, 13 de marzo de 2014

Es bueno ya escribir en el olvido













Es bueno ya escribir en el olvido,
en el agua del tiempo sucia de mundo,
en el transcurso del viento
que en las terrazas despliega pantalones,
camisas y hurga en menudas piezas
de lencería,
colgadas para hombres y mujeres futuros,
para niños que son otros segundo a segundo.

Es bueno imaginar en el olvido
agitándose siempre
entre quienes fuimos o seremos,
en ese vendaval a vuelta de una esquina
que se sienta a esperarnos
en tanto el humo de la paciencia sube
de piras de hojarascas armadas con silencios.

Amílcar Luis Blanco  ("Sueno de una tarde Dominical en la Alameda" por Diego Rivera. )

miércoles, 12 de marzo de 2014

A contraluz











Pongamos un poco de albedrío
allí donde se tuestan las palabras
un poco de sueño un corte una sentada.

En la página en ciernes donde duele
pongamos el linimento de las horas
ese alivio de a veces el alcohol.

Hagamos de cuenta sin ofrecernos tanto
que ha pasado ya todo y nada nos enciende
quedémonos en el arnero de la tarde.

A contraluz de la vigilia
caminemos sin dar un solo paso
contemplándonos y heridos de regreso.

Amilcar Luis Blanco ( "La forma en el espacio" pintura de Vasili Kandinsky)

¿Quiénes salen de mi mismo ... ?









¿Quiénes salen de mi mismo cuando pienso?
¿Acaso sale alguien?
Puedo decir que todo permanece.
Que la silla se queda
y el piano y el atril y la escayola.
Que la mesa se queda,
lo prosaico a su vez y el pentagrama.
Y la tevé también y esa ternura cansada,
echada a nuestra espalda,
donde también suele guardar el día
los pedazos de tiempo que se quiebran
como dolidos cubos de silencio
de color de ansiedad, palideces de sueño.

Uno tiene a veces la extraña presunción,
la lujosa extravagancia de imaginar
que despide seres invisibles a su alrededor.
A lo mejor y sólo a lo mejor
se trate de esos unos mismos que fuimos
para siempre
y  ya no seremos nunca
y quedemos también escayolados,
convertidos en cubos perfectos de silencio perfecto.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Pablo Picasso)

lunes, 10 de marzo de 2014

¿Cómo llega la niebla . . .?






¿Cómo llega la niebla reptante a la sentina?
¿Y el cielo a la calzada y el otoño al cemento?
Si tus manos se cruzan sin ningún miramiento
sobre ese gris de luna y de humo con morfina.

Esos ojos de acero congelan hasta el viento
y ese cobre sangriento de la melena afina
labios candentes hechos de un vuelo que declina
y un cuerpo en porcelana de liso movimiento.

El primoroso vello, cobre y luz, guarda fina
la hendidura sexuada del pubis y el acento
pone en los muslos  alas de muda serpentina.

Los senos se levantan apenas, en colina
y hay opacos rubíes en sus cimas. Me siento
transportado a lo eterno del suspendido aliento.

Amilcar Luis Blanco  ("Desnudo" por Harold Muñoz)

domingo, 9 de marzo de 2014

¡Ay, va cayendo ella . . .




¡Ay, va cayendo ella de su vientre y su espalda,
se arruga su contorno de sólida ternura
y su corporeidad  ancla madura
en el diestro pincel que la respalda!

Es la corporeidad de la hermosura
no necesita rostro, su rubiedad la escalda
y al cabo de su grupa se adivina y se salda
esa inquietud rampante del  pudor que no cura.

La pantorrilla, el muslo, de un andar impaciente
y el pie que ofrece su talón en gesto
parecen animarse hacia la acción corriente

cautivos en el ojo del pintor, en su arresto,
que ha tomado el marrón y el rojo y lo envolvente
de un bruno pizarrón para esconder su frente.

Amílcar Luis Blanco  ("Desnudo", pintura de Warren Chang)

Ese rojo






Ese rojo en el centro de la fémina sube
del egregio contorno de latidos y gritos
y la serenidad de azules y pruritos
construye una nostalgia con sigilo de nube.

Esa seda en pincel, inspirada en el humo
que propaga el cabello cincela una mujer
de pasionaria lumbre y niebla y entrever
alrededor de labios el cielo al que me sumo.

El beso del cincel es  fucsia y colorado,
dos pétalos enhiestos en redondeado busto
moran suaves mi ansia a lo morado.

Pero arden, se queman en mi gusto
y en el cuerpo verdoso y bien torneado
deshacen en delicias de manos el peinado.

Amilcar Luis Blanco ("Desnudo" por Guy Hoff)


Intuyo



José Casanova Luján


Intuyo que desnudas tu temblor y tu saya
y eres sacerdotiza de ayeres de ceniza
y también que te acuestas huérfana de la brisa
y tus muslos desmayan hacia un color de baya.

Intuyo que te marchas con los ojos cerrados
y ves tras de tus párpados un mundo profanado,
un vergel de deseos que sacuden tu estado
sentada sobre filos de glorias y pecados.

Intuyo que abandonas cobrizos desenfados,
burlas,  amaneceres, estigios colapsados
y un lápiz te dibuja cautivo de tus prisas

y trata de robarle los trazos a tus risas.
La energía te cunde, te bruñe, te demuele
y mueve en tu reposo una quietud que duele.


Amílcar Luis Blanco  ("Desnudo" por José Casanova Luján)

sábado, 8 de marzo de 2014

Esas sombras




Esas sombras que muerden la estructura
y le dan un aliño, una pendiente,
dejan luces y ciegan lo emoliente,
desde un pincel de arcilla clara y pura.

Esas sombras que acusan la osatura
y en el pubis, península surgente,
van de muslos a vientre con soltura
otro negror anuncian sedicente.

Otro negror de fémina silente,
sin manos, con succión y calentura;
páginas de delirio iridiscente

que pueblan en su álgida premura
sobrepuestos deseos y, envolvente,
cautela de tesoro en la pintura.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Mercedes Gómez de Pablos)

A UNA NOVIA ETERNA






Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.


Antonio Machado.




Tú que guardas la luna en el egregio mazo
de cartas muy leídas y archivas corazones,
corazones que sacan tu miedo a los balcones
y palpitan y gimen en femenino trazo

de finas yemas, tránsitos y esperas.
Tú, novia yerma, de palcos e ilusiones
derramada en penumbras y en ojeras;
bebes  noches y días y acunas distracciones

al soñar con tu amado, jinete de distancias.
Olvídalo mujer, dale ojos al otro,
al que mira tus ancas con avidez de potro,

pues te cela lo lúbrico luminoso en sus ansias
y en el abrevadero vierte el tiempo su apuro.
Debes gozar ahora tu pámpano maduro.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Elena Nogueroles)


EL ABRAZO





















No abandones señora mis palmas que te cogen
en toda la intemperie que tu cuerpo suscita,
ni el abrazo que absorbe tu soledad infinita
donde el miedo se arruga y sus nieblas encogen.

Porque estás en mi abrazo como recién nacida,
hecha magma, hecha lodo y en la herrumbrada especie
que nos toca habitar no hay nada que se precie
tanto como el amor curándonos la herida.

Amor, si eres sollozo no seas embestida
abandónate al pecho oferente, a la vida,
porque el candor alumbra, instila su sentido

como en la flor la luz mantiene su estallido.
Abrígate señora y entrégate y enciende
mi calor pues tu ausencia lo apaga y lo sorprende.

Amilcar Luis Blanco ("El abrazo" oleo sobre tela de Adriana Mendoza)

viernes, 7 de marzo de 2014

AMANECE




Como quien mete el dedo  entre las páginas,
la duda en el través de la lectura,
el ocio su vacío de labores sin manos,
el ojo entre la sombra con esfuerzo,
ingreso mi suspiro en la agitada niebla.

Susurros en la vocinglería de la platea
instantes anteriores al abrirse del día.
Un suspenso del alma entre los objetos
que van cayendo presos de las sombras
a pesar que amanece entre gravedades y espectros.

Siento una valentía levantada,
hecha relente sobre el silencio de los charcos
mientras la luna empalidece,
lucha contra los perros albañiles del horizonte
y se enfrasca en un más allá de toda arquitectura.

La ciudad se construye de nuevo
en el palpitar y las ganas de los brazos sin fríos
sacudiéndose esquirlas de los magmas azules,
los rosas amarillos y el abismo turquesa.
Lavo mi cara en aguas contagiadas de inmensidad.

Hay un laboreo de músculos en barbecho
En las macetas crecen verdes las entelequias.
La luz raspa el silencio como un aserradero.
El gallo tuvo noche de restregada ausencia,
ahora su cresta brilla creciente y colorada
embebida en su canto sobre una cuerda de oro.

Amilcar Luis Blanco

Confesiones de un tahur


















¡Qué frágil soy, frágil, también huidizo,
vulnerable, fatídico. La débil argamasa
de la ilusión arma mi escaso hechizo,
me mantiene andariego por la calle y la casa.

Viene barro a mi mano y a mi boca.
No la limpia textura de la piedra en la brisa
sino la desazón de la hiel en la copa,
una garúa insomne desde un cielo de tiza.

El azar trae a veces el beso, la caricia,
de un amor de baraja donde crece una flor
y cuando se deslíe enfrento su malicia,

sigo el juego, sonrío y trago mi dolor.
Secretarias de luz con alas y banderas
celebran pormenores y encienden mis ojeras.

Amílcar Luis Blanco ("El tahur" por Georges de La Tour - Museo del Louvre)



martes, 4 de marzo de 2014

Hay noches





Hay noches, dueña mía, en que abres los velos
del altar palpitante  que bajo el atalaya
de tu boscoso pubis guarda anhelos,
desde donde tu entendimiento se desmaya
y te deja a merced de mis consuelos.

Hay noches, mi señora, de vástago membrudo
inflamado del énfasis venéreo.
Contactan nuestros poros erizados y mudos
y nos habla la sangre  en un zumbido etéreo.
Soy zángano sediento,  gime tu celo agudo.

Tienes noches hambrientas de loba cortesana
echada en lienzos y temperaturas
frías, tibias, ardientes, en que tu sed pagana
bebe a sorbos licores, surtos por tus locuras
hurgadas en mi cuerpo en furiosa nirvana.

Evocas sementales y se erizan las cumbres
de las turgentes faldas que alzan tus suspiros;
mis ojos en tus ojos para que los alumbres;
nuestros sexos unidos en vaivenes y giros
al flanco de los cuales desmayan muchedumbres.

Hay noches, no son todas. El alba nos desviste
y quedamos exhaustos después de la tenida.
Después de la batalla de ansiedades embiste
el toro de la calma y el caudal de la vida
nos toma en la verónica total de lo que existe.

Amílcar Luis Blanco ("Majas en el balcón" por Francisco de Goya y Lucientes)



lunes, 3 de marzo de 2014

Soneto a una mujer que ama demasiado.









¿Por qué mujer, apasionada y tierna,
sufres el terco engaño de la presa en el lazo,
y yaces lacerada de angustia en el acaso
y expones tu candor de luna eterna?

¿Por qué lloras de amor en la fraterna
proximidad del alba y el ocaso
recuerdas compungida a cada paso?
Pierdes pavesas de tu hoguera interna.

El calor está en ti, tu luz te externa,
te hace deseable y viva, perla el raso
que te viste de flor y una cisterna

de sorprendidas aguas torna escaso
el influjo de sombras y gobierna
un promisorio sino sin fracaso.

Amilcar Luis Blanco

domingo, 2 de marzo de 2014

Una luz silenciosa






Una luz silenciosa me desviste
en tiempo detenido y me defino
en mi audaz desnudez porque adivino
en mi ser despojado lo que existe.

Mi ser escapa para ser, resiste
su concreción para seguir el sino
de hacerme vívido el agraz destino.
Me da otredad  aún cuando me asiste.

Siempre lo otro es porque consiste
en mi ver y tocar y oír. Y fino
en lo que dejo atrás y no persiste.

Y así mi ser se muele en el molino,
del haber sido en vano, vuelve tristes,
sombríos los costados del camino.

Amílcar Luis Blanco (Pintura titulada "Donde nos lleva el camino" de Vicente Pastor Navarrete)