Nubes blancas, espinas, filamentos,
por sobre el ondular de las espigas
y el viento.
Avenidas de alfalfas asoleadas
hebras del trigo que se inclinan laxas
y sedadas.
Pero también montañas
tras el valle en que pastan los caballos
evitando cizañas.
Y más allá de pinos un río, una laguna,
y un parto de horizonte
que dará luz y luna.
Amilcar Luis Blanco
Bonita y relajante estampa. un abrazo
ResponderBorrarLa naturaleza es maravillosa y, a veces, de tanto contemplarla, perdemos el alcance de su belleza. Precioso poema que invita a la relajación y a la contemplación en toda su palabra.
ResponderBorrarGracias, María Jesús, por tu comentario y por venir a visitarme.
ResponderBorrarUn abrazo.
GRacias, Amparo, por tus elogios. La contemplación de la naturaleza es uno de los privilegios que nos da el estar vivos. Un abrazo.
ResponderBorrarMe ha encantado todo el poema, querido Amílcar, pero eso de "un parto de horizonte" es realmente original y muy bello. Besitos.
ResponderBorrarEstos preciosos versos
ResponderBorrarque engalanan el espacio virtual,
categoría poética,
un saludo
Gracias, Mayte, querida amiga y poeta. Para mi es siempre un triunfo que una metáfora mía te guste. Besos
ResponderBorrarMuchas gracias María Teresa, bienvenida al blog. Un saludo
ResponderBorrarLa imagen junto a tus versos recrean un paisaje idílico lleno de belleza.
ResponderBorrarUn saludo
Muchas gracias, Sneyder y bienvenida al blog. Un beso
ResponderBorrarUn paisaje bien bucólico...
ResponderBorrarAsí es Myriam bucólico y con un aire eglógico, de égloga.
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