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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Los cuerpos como leños



























Los cuerpos como leños, como espigas.
Nos sentíamos arder en las madrugadas,
cubiertos entre sábanas de sombras.
A prudente distancia los espejos
nos miraban hacer, lujosos ciegos
devolviendo la luz y los colores y las líneas
desde lo atroz, la ciénaga, su azogue.
Los cuerpos como leños crepitantes.
Contra el negror bruñido de luna y de silencio.

Llamas frías recuerdan las cenizas.
El alba huyó y evaporó las risas
Una procesión de sombras sale,
pasea por el parque, henchida de nosotros,
se desenvuelve sin cesar en noches.
Es lo turbio de todos, fantasmático,
insomne, decaído. En el mecerse de las copas
entregadas al viento flamean las vigilias.

Estoy solo en la noche, mi corazón recuerda,
mi víscera latiente aún oye sus pasos.
Los dos nos retorcíamos dentro del mismo fuego.
Los cuerpos como leños, las horas como llamas.
En el cielo la hondura del anchuroso espacio.
La soledad sin tino, la extensión sin fronteras
cayéndose en el río del tiempo que nos lleva.

Amilcar Luis Blanco ("Homenaje a Egon Schiele" por Carmen Luna)

2 comentarios:

  1. Todo lo leído es parte de nuestro consentimiento, soledad y amor a la vez, porque son estas letras las que alejan de nosotros la locura y el ayer, pero a veces es tan hermoso que los dejamos en un rinconcito de nosotros mismos, como no queriendo olvidar que algún día vivimos peligrosamente…
    Hermosa entrada amigo, un placer leerte aun desde mis vacaciones junto al mar que me van retornando un poco más a Madrid. Un abrazo.

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  2. Gracias, Lola. El recuerdo de haber vivido peligrosamente nos deja una nostalgia de intensidad.
    Un abrazo.

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