Comparece Dionisos y en la arena
abandonada y fiel, puesta de hinojos,
yace Ariadna, sin nadie, ante sus ojos,
Teseo ganó el mar para su pena.
El orgiástico Dios juega la plena
cornucopia de lánguidos arrojos
al apetito lúbrico de antojos
que justifica en su reinar la escena.
La muchacha se irá de la cadena
del hilo conductor, hacia los flojos
vínculos sin amor, a la condena
de tener que vivir, hirientes, rojos,
besos de ayer en cutis de azucena
que su amado le diera, ya despojos.
Amilcar Luis Blanco ("Desnudo de Ariadna" por Federico Cantú)
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ResponderBorrarA que Ariadna resucita de su condena y se libera de sus cadenas con tus versos... A que sí....
ResponderBorrarVivir de recuerdos de amores pasados, vivir de nostalgias...Bellísimo, Amílcar, sin duda eres del rey del soneto. Besitos, Poeta.
ResponderBorrarGracias Myriam, quién te dice, no? Aunque pienso que las Ariadnas de hoy, por suerte, no necesitan demasiados versos para liberarse de sus cadenas sino más bien realidades. Aquí en Argentina verso en una de sus acepciones es algo así como charlatanería, mentira o "chamuyo", este último un vocablo muy lunfardo, o sea, del argot porteño. Un beso
ResponderBorrarQuerida amiga Mayte, también se vive,y mucho, de recuerdos. Aunque entre los personajes mitológicos hay una dinámica parecida a la del ser humano histórico y Ariadna representa muchísimo mas que vivir de recuerdos o entre recuerdos. La vida de ella, después, como amante de Dionisos cambia según el mito y se transforma de tal modo que, como diría Neruda, la de entonces ya no será más la misma.
ResponderBorrarBesos para vos, amiga querida