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martes, 27 de noviembre de 2012

ENAMORÉMONOS



Enamorémonos en los días dotados de infinito
y naveguemos sobre preguntas construidas de eternidad
sobre el océano de los silencios y sus levantadas olas enemigas
Hagamos de nuestros torsos maderámenes de veleros
y arribemos a enormes puertos de espaldas acantiladas
y suaves molicies blandas y en sus grupas de arenas amarillas
dejemos que encallen largamente los cascos afilados de las penas

Que los dolores se aparten por fin y les digamos basta y detente y ya nunca
y obedezcan sus filas demacradas y sus cuerpos de sombras
Ellos albergan y reciben brasas heladas recogidas en los márgenes
de siberias de nieves abominables y bosques de vejámenes
y los guardan en sus vientres celosamente como diademas de fuegos
y haremos que los vomiten cruzándolos con las espadas de nuestros deseos
las energías de nuestras ganas invencibles erosionando hasta los céspedes
y árboles que cubren intemperies royéndolos con nuestra lascivia desatada

Enamorémonos en las tardes extendidas y violetas de septiembre
por las que la tibieza comienza a penetrar los taludes y esperpentos del frío
y va disolviendo poco a poco las tristezas hasta evaporarlas
y soplar las pálidas cenizas para dar paso a los volúmenes de la belleza
los “ángeles terribles” que Rilke sin dudar merodeaba
y mordía en sus pulpas de texturas salvajes para alejar la angustia de sus días
Enamorándonos habremos alejado las avalanchas del desdén circundante
hacia el  silbido mas remoto donde el silencio ensordece
porque abre la raíz de cada grito y lo sume en la velocidad máxima de la quietud.

Amílcar Luis Blanco

lunes, 26 de noviembre de 2012

Geraldin Rojas & Ezequiel Paludi Tango Patetico en Fruto Dulce Ene 12 1


Tus lágrimas
















Tus lágrimas pudieron con el miedo y es por eso que ahora
emerjo limpio de tu mirada como un hombre desnudo
apoyándome en fantasmas sólo visibles a las palomas o los benteveos
o los búhos y gorriones que van despoblando la luz de la tarde
Me gustaría entonces que me dijeras algo
me preguntaras por los días y noches de mi ausencia
por mi manera de haber visto los manteles y cubiertos sobre las mesas
y las últimas películas premiadas y destinadas al olvido
o el rugido del mar en las arenas contra las rocas blandas

Tu llanto  lavó de sombras sucias el cuerpo imaginado
coincidente sobre todo en ojeras y pestañas y axilas
con el que me persigue en el espejo y es un recio espía de mis preguntas
el manso ser escribidor de prolongadas intenciones
y manos apenas para llegar al ordenador de las ideas
el que solemos entregar a las acreencias de los cuervos inmunes al fracaso
pululando picando estableciendo tablas para medir una porción de cielo
Hizo de mar de olas tu melodioso llanto y pulió mis tristezas

Inútilmente oblicuos intrépidamente sabios de una ignorancia sutil
carcomas de las fruslerías bártulos y sarcomas de plata
de anillos inacabables y crecientes desde los amaneceres hasta los ocasos
pero siempre enamorándonos de mariposas centrales portadoras de primaveras
sumidas y asumidas en y por los neones y las propagandas en vídeos
y las pantallas voraces cuyas bocas comen de todas partes
y enloquecen el éter de radiaciones y tristezas cifradas en los raudos itinerarios de la luz
Sin embargo el fulgor compungido de tus lágrimas iluminó el destierro

Vuelvo al volver la tarde emerjo y me suplanto en el arrabal de los espectros
encendido de niebla y gasa gris de nebulosa esmerilando cristales a diestra y siniestra
dando palos de sombras contra sombras absurdo e irascible y virulento
haciendo las veces de los espantapájaros en las silenciosas soledades
hechas de puros pasadizos de vientos sin nadie contemplando los costados
solo y absurdo y mudo e invisible y virulento y esperando por siempre
las estrellas de agua redimente redoma del melodioso centro de tu llanto.


Amílcar Luis Blanco

martes, 20 de noviembre de 2012

Después del sueño








Después del sueño viene la montaña,
el engranaje frío y complicado
del tiempo y desenrolla su maraña
de acciones y palabras, lado a lado.

Después del sueño y en la luz tardía
de terco flanco, arden los objetos,
las metas, las propuestas y la fría
inercia del pesar los vuelve abyectos.

Después del sueño la vigilia oxida
las ganas de vivir la hueste ufana,
y enmohece y enerva  y deja herida

la eficacia posible, vuelve vana
la ilusión, la pasión y su salida;
después del sueño la álgida mañana.

Amílcar Luis Blanco (Pintura: "La soledad del tiempo" por Gustavo Boggia)

lunes, 19 de noviembre de 2012

Agotamiento del deseo

























Mi deseo se gasta, se oscurece;
igual a un horizonte de tormenta.
Amaina entre nosotros y ralenta
el impulso cordial y lo envilece.

Aún mi jurado amor se desvanece.
Mi voluntad de claridad se ausenta
y todo se hace turbio y se fragmenta;
la angustia nos divide y ensombrece.

El añorarte fulguró y decrece
y apaga en mi vigilia desatenta
la escasa luz de ti que permanece

en un rescoldo infiel y, turbulenta,
su antigua llama ahora desfallece
y se apaga y enfría y desalienta.-

Amílcar Luis Blanco  ("Máscaras" obra de Oswaldo Guayasamin)

jueves, 15 de noviembre de 2012

Soneto del amor imposible.





Una boca al revés bajo tu vientre;
un vórtice, un volcán de rojedad,
se ciñe a tu silueta y a tu peltre
de mujer que precisa saciedad.

Meter mi cuerpo entre tu excelso fuego,
en la temperatura de tu edad,
entrar en tus vaivenes sin sosiego,
sería mi mayor felicidad.

Y aún tu llama invisible me persigue
hurga en el sitio de mi soledad
y lame hasta mis tuétanos y exhibe

llagas de no tocarte y sed de tu humedad.
El tiempo y la distancia me desviven
me alejan de tu vida sin piedad.

Amílcar Luis Blanco ("Odalisca"  por Kiera Malone)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

DESEO























Quiero que me desvistas y me beses
de afilada manera,
hecha un buril de sol, hecha un cuchillo
que limpiara de sombras la pradera.
Así podré mirarte y verte el brillo
de lasciva madona;
agua y luz en tu frente y en tus ojos
y el saber que si dejo de mirarlos
continuarán mirándome a su antojo
como si me estuvieran esperando.

Entonces, aunque llegues desde lejos
y sólo seas nostalgia,
sobre tu imagen hecha de reflejos
deslizaré mis palmas como bocas sedientas
en tus colinas, moras y regazo,
en caricias magnéticas y lentas
para sorber tu luna trazo a trazo.

Sentiré tu tersura de fiebre que contagia,
lo tibio de tu calma; esa seda sin lazo
del amor producido por la magia.
Daré amor y pasión, a la que fluyan
de nuestros cuatro labios y latiendo
besos de dos deseos que construyan
un tercer corazón que esté naciendo.

Amílcar Luis Blanco.

Nosotros





















“ …. Y el hombre, pobre el hombre, vuelve sus ojos como
cuando por sobre el hombro lo llama una palmada,
vuelve sus ojos locos y todo lo sufrido
se empoza como un charco de culpa en la mirada”

Cesar Vallejo “Los heraldos negros”


 Los hombres siempre sucios de quietismo,
como usted, como yo, como cualquiera;
nos exhibimos  mansos en la espera
de aguantar el morir, driblear su abismo.

No esquivamos el necio paroxismo
de vernos elegantes, bien por fuera,
aunque dentro nos falte el alma entera,
y aterrados finjamos con  cinismo.

La culpa nos carcome,  la frontera
mortal nos ronda en pálido exorcismo;
no acertamos romperla; su madera

ya nos cerró en su caja de mutismo
La nada que ya somos desespera,
se enmascara en inútil estoicismo.

Amílcar Luis Blanco

martes, 6 de noviembre de 2012

Echar de menos















Echar de menos verdaderamente;
restar a la corriente cotidiana,
al transcurso que somos, a la gana
de vivir y faltar; gestar lo ausente.

Nos vamos de los días, de un presente
que siempre fue; la rueca sólo hilvana
el invisible hilo del mañana
y el del adolecer hueco y silente.

Brota el agua y su fuerza no es la fuente;
surgir que la supone y la desgrana,
maternal, parturienta y emoliente.

Agua, fuente, pasión, sueño, nirvana
y una nada sumada a lo potente
que hasta el postrer latido nos devana.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura "Halcones de la noche" por Edward Hooper)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Lejano amor





















Lejano amor, de nuevo te visito,
quiero volver al sol de tus palabras
al lecho del papel y de las letras
escritas en el ordenador y trasmutadas
a la virtual pantalla en que dejamos
la débil esperanza de que un día
volvamos a encontrarnos como antes.

Siempre está la esperanza con terquedad de mula
en absurdo propósito de enmienda
enviando mensajes de un corazón a otro
a diestra y a siniestra su alocada veleta
su gallito guapeando contra el viento
ojos llegando al borde de tus ojos
sueño llegando al borde de tus sueños.

Lejano amor que dueles y anticipas
nuestro luto total la insalvable distancia
lo frugal del encuentro en la opulenta ausencia
desgranándose lenta desde cada minuto
dentro de la redoma del reloj de la arena
del desierto que filtra a través de la lágrima
y nos deja su rastro de ceniza invisible
para que alimentemos una rosa de sangre.

Amílcar Luis Blanco

sábado, 3 de noviembre de 2012

Tchaikovsky: Piano Concerto No.1 - Argerich&Dutoit/OSR(1973Live)

EL PUEBLO SOLITARIO
















































“En el solitario parque la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente; la fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía”

                          Antonio Machado


En las calles desiertas hay un aire sin nadie,
una extensión de ausencia creciendo hacia la sombra,
un nomeolvides lento, blanco, que se deslíe
sobre un banco en la plaza al que  la luna escombra.

En el alrededor ladran lejanos y mañidos los perros,
cruje el viento en las ramas y respira en pulmones de cerros.
Y la luminosidad de tanta noche cayendo torrencial en tanto hastío
da límites de abismo, pone infinita cárcel, al breve caserío,
en él  medra  ciudad,  escaso pueblo, de actitud de becerros.

Y en la torneada fuente de la plaza,
de mármol, un cupido desenlaza
una cinta de plata sin soltar
por la que serpentea un agua bruna
y sus manos sostienen un  risueño mirar
bajo una pátina de sombra y  luna
y el rumor en su luz parece hablar.

Un hombre gigantesco se levanta
camina, sin pisarlos, entre los edificios,
porta en sus manos argamasa en planta
hecha por la labor y los oficios.

En la oquedad se mueven los reflejos y hay inflexiones de una voz astral,
un murmullo de citas de hombres y mujeres, un bullicio ancestral,
un “deja vú” escondido tras los pinos, un signo, una pregunta seminal,
queriendo fecundar la lejanía, despejarla y abrirla, quitarle su cendal
hacer parir tanto silente absurdo, tanta apariencia trunca sin cesar.


Amilcar Luis Blanco  (Obra pictórica de Daniel Santoro)