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domingo, 8 de julio de 2012

RETRATO























En un diván, enajenada y sola,
ardida en el silencio de la tarde
hasta llegar al rojo,
en el instante que vuela el horizonte
y se advierte lo esférico
de este viaje terreno que encadena
te encontraron mis ojos.


No pudieron dejarte porque entonces,
como lo dije, ardías.
Y así te transporté de sombra en sombra
anidada en lo cóncavo, lo oscuro,
de mi memoria austral y sedicente.


En la pura penumbra, la luciérnaga,
sigue encendiéndose hoy entre tus labios
y el calor macilento y distraído
sigue escapándose de tu soltura
atrapada en el tedio somnoliento
del que sólo quizás, aunque no lo sepas,
te ha rescatado apenas mi recuerdo.




Amilcar Luis Blanco (Pintura de Ernst Ludwig Kirchner)

1 comentario:

  1. Las coruscantes luciérnagas siempre brillarán en los labios de la amada cuando tú la recuerdes en esas tardes cálidas y distantes...

    Besos, Maestro y Amigo ¡Poeta!

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