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viernes, 17 de junio de 2011

Tortoni de los Fernández Moreno

No obstante mis urgencias he venido
a tomar un café y estoy sentado
en el vasto salón superpoblado
de este viejo Tortoni conocido.

Ignoro, Padre, si una vez, corrido,
circunstante fugaz de este colmado,
a turistas ahora destinado,
en su recinto un faso habrás fumado.

Hoy, sin la lluvia, con cinismo extraño,
lo que vivió y murió poético antaño
suena en los versos, núblase en las letras.

Del subterráneo, demasiada gente,
sube como marea lentamente.
Pasan payasos, tiempos y planetas.

Amílcar Luis Blanco

4 comentarios:

  1. Ay, Amílcar, que ya sé del celebérrimo Café Tortoni por mor de vuesa ecencia, jijiji, que es toda una leyenda y a la vez un placer en esa gran urbe cosmopolita que es Buenos Aires.

    ¿Sabes que me encanta visitar cafés típicos y sobre todo si hay una delicioa leyenda tras de ellos? En el terreno de los cafés soy muy mitómana, cielo.

    Te dejo un besito dulce como una galletita horneada a fuego lento...

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  2. Entre las muchísimas razones que me animarían a visitar Madrid,París, Venecia, Viena, Oviedo o tantas ciudades de Europa, figuraría la de conocer sus cafés. Soy también adicto a esos ámbitos maravillosos, diría que como pequeños teatros de cámara de las conversaciones. Por ejemplo el de la película "La colmena", española, con Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez,José Sacristán y otros, Ana Belén, creo, en que todo transcurre en un café.
    Me gustan los bizcochos horneados lentamente y la suave dulzura de tus besos, te envío unos cuantos de igual tamaño y temperatura e intención de amor.

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  3. Me gustan los cafés, Maestro, soy coleccionista de ellos y ya te mostraré fotos de unos cuantos célebres en los que mi cámara de fotos, tan mitómana como yo, recaló. Pero más aún me gustan los besos con sabor a café con dulce de leche y que este último se extienda por bizcochos y pastas y hasta por mis mejillas y labios, como si fuese una niña pequeña, un bebé, anhelando los besos tiernos que le han de prodigar. O quizás me sienta madre y anhele sentir esa dulzura, la del dulce de leche y la de una boca ansiosa, amorosa, trepando, cual succionante enredadera, por la cúspide de un pezón erecto ante tal entrega...

    Besos dulces como leche condensada, Maestro.

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  4. Dulces como tú que también eres dulce. ¿Quién no recorrería con su boca y su lengua todas las unciones de dulce de leche que se le presentasen? El que no lo hiciera no sabría lo que se ha perdido. Soy de la patria del dulce de leche y esta dulzura, la de la leche, evoca la de la madre y sus pezones nutrientes.
    Te envío también yo besos de dulce leche condensada.

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