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sábado, 11 de junio de 2011

La pura verdad

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos

me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.

Francisco (Paco) Urondo

2 comentarios:

  1. El primer poema que leo de Francisco Urondo y ya me ha conquistado esa sinceridad que convierten esta poesía en todo un manifiesto.

    Qué lástima que las gentes como él sean las que siempre, por mor de la fuerza bruta y canallesca del poder, sean los que nos dejen. Con ellos podría decirse que la vida no sólo sería lo mejor que conoceríamos, sino que la vida sería mejor para todos.

    La sinceridad y la verdad contraponiéndose al mundo hipócrita que nos domina, sin miedos, sin ambigüedades.

    Mi admiración por el autor y por ti, por traérnoslo.

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  2. Celebro, querida Mayte, que el poema y el poeta te hayan conquistado y les des lugar en tu corazón y tu sensibilidad también de poeta. Esa sinceridad y frontalidad que le costó la vida a este Grande en los años de plomo es todo un símbolo para lo triste de cierto tramo de nuestra historia argentina reciente. Urondo representa para nosotros, lo que Lorca o Hernández pora vosotros. Un beso y un enorme amor para tí.-

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