Sufro el “estar contigo en la distancia”,
cuando está hecha de naturaleza,
mares y ríos, montes, aspereza,
espacio planetario, asaz vacancia.
Cuando quisiera darte una ganancia
por deudas de dolor y de tristeza
que te ayude a vivir con entereza
y te calme el ardor, la sed, el ansia,
lo no saciado que anda en tu cabeza
y tortura tu paz y tu elegancia
hacia un alcohol sombrío; una dehesa
de soledad y frío, sin substancia.
Quisiera darte amor en la simpleza
de un jardín, una noche, una fragancia.
Querido Amílcar: no incursionas desvergozadamente en el soneto que tiene un final tan feliz como el comienzo. Darte amor en la simpleza..... Me ha gustado. Felicidades.
ResponderBorrarUn abrazo
Sufrir de amor en la soledad, entre la distancia y la nostalgia, entre la sed y el frío.
ResponderBorrarPreciosos versos, amigo.
Un beso.
¡Qué bellos y sentidos versos desgrana tu pluma, Maestro! Sin duda que tan hermoso soneto lo han inspirado los más nobles sentimientos. Y añadir que ya nos das amor con el calor de tu poesía y con esa bondad que caracteriza tu corazón.
ResponderBorrarMil gracias por ser lo sos, mi querido amigo.
Disfruta mucho del fin de semana.
Rafael, agradezco a tu corazón y mente de poeta este comentaro tuyo en el que coincidimos en el elogio a la simpleza. Un abrazo.
ResponderBorrarMaría, el sufrimiento por amor, aún cuando causa un dolor tan lacerante en los momentos de conciencia cruda, sobre todo cuando el amor es contrariado o imposible, es como un exceso o abundancia de vitalidad y nos mantiene interesados en esa lucha del diario vivir. Es paradójico pero es así. Un beso y gracias por tu comentario.
ResponderBorrar¡Queridísima Mayte, eres tan generosa conmigo y tan apegada a los temas que trato en mis versos y que se que compartimos, que a veces me quedo sin palabras para agradecerte todo lo consecuente que sos! Amiga, te quiero mucho.Te mando mi cariño con un abrazo y un beso.
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