Tanguear con vos, ceñirme a tu regazo
de mujer y aferrarme a tu cintura
como si fuera una cabalgadura
de pasos inspirados en tu abrazo.
Quererte así, mientras dibujo el trazo
compadrón de una lánguida figura,
pisada por los dos como diablura
robada a la locura del acaso.
El tango y vos, sanguínea calentura,
metejón de los cuerpos, cimbronazo
de corazón y música; ternura
de sentirme abrazado paso a paso
y no soltarme nunca; singladura
que nos amarra con el mismo lazo.
Tanguear de a dos No se bailarlo. No se bailar solo me muevo.. mecida por el aire que me invade... siento la musica y me apego..
ResponderBorrarDe eso se trata, Mucha, pero también hay que hacer figuras.
ResponderBorrarEl tango en un soneto
ResponderBorrarel tango sensual y quebrado
el tango en número ocho:
morocha eternidad del tango.
Para ti, Amílcar y para el tango que no morirá nunca. Abrazos.
Pedro, toda tango sensual es una danza y, además, una pequeña ópera, es la cabal muestra de que la música es un fenómeno de transculturación porque la Argentina y, en particular, Buenos Aires, recibe el aluvión inmigratorio de Europa, con España e Italia, cuya gente, cuantitativa y cualitativamente lo compone, casi en forma unánime y traen sus ritmos y melodías que se vuelcan sobre los cantos y ritmos africanos e indígenas. Su síntesis armónica, melódica y rítmica, es el tango.
ResponderBorrarHermoso soneto, Amilcar, vuelves a tus sonetos, que te encantan y te salen deliciosos y éste, con ese argot arrabalero de tanguista avezado...
ResponderBorrarMe ha encantado, mi muy querido amigo. Y otro beso.
Ay, querida Mayte, a mi encantas tu y, como te dije, podés contar conmigo. Otro beso, también enorme.
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